A veces, siento que mi hija logra situarme ante mí misma.
Que me obliga, sin ella saberlo, a recuperar su misma estatura y viajar en el
tiempo. Me hace afrontar que hay cosas
que sin escapar a nuestro control, dejamos que lo hagan.
Ocurre que a veces me cuesta mantener la calma. Ocurre que
pierdo la paciencia. Ocurre que me siento mal en mi piel. Porque la conducta
atenta que he construido con ella se va resquebrajando, porque ambas nos
convertimos en extrañas, porque me quedo rota.
Y en el sosiego de mis pensamientos, busco y atrapo mil
motivos para justificar esas reacciones. Mías, suyas. Haciendo un ramo de excusas que de antemano sé
que no son válidas.
Entiendo que el ritmo marcado para vivir es incompatible con
una crianza presente, con el tipo de atención que hasta hace muy poco nos hemos
promulgado una a otra. Ahora, la incertidumbre económica ha ganado estabilidad
y en contraposición batallamos con las horas de trabajo, la falta de sueño, las
preocupaciones varias, las propias inseguridades y conflictos, las tareas
pendientes, la voluntad porque esté bien, porque descanse, los aprendizajes que
no van de nuestra mano y la tensión, esas tensiones que ambas vamos absorbiendo
quién sabe cómo o de quién y de pronto se repelen con sólo mirarnos. Entonces
todo es fácil: ella tensa la cuerda y yo sola tropiezo.
Porque no deseo asumir que sus conductas me puedan hacer
alzar la voz, porque no deseo asumir que sus reacciones sean violentas. Porque,
aun sabiendo que la violencia está en todos nosotros, no la deseo en nuestro
hogar, no como un modo de comunicarnos.
Y no hablo de agresiones ni mucho menos. Pero me niego a que se me
encoja el alma por pequeños conflictos.
Sé que lo normal para mucha gente es esto, que desbordarse
en un momento determinado no supone mayor dilema, al fin y al cabo “son
cosas de niños”, deben aprender, deben saber, deben, deben… mientras yo remo
pensando en que somos nosotros, los padres, los adultos, los que debemos
aprender, debemos saber, debemos observar
y debemos, al menos, tratar de ser conscientes de todo ello y desarrollar
nuevos recursos, dado que no somos capaces de replantearnos el problema desde
las mismísimas raíces.
Admitir que esta sociedad está enferma, que alimentamos un
modelo de vida que premia exclusivamente el éxito, la juventud, la belleza casi
irreal, el poder, el dinero, lo material y las emociones sujetas a la posesión.
¿Dónde está el lugar para maternar desde las entrañas si estamos dentro de
la esta rueda?
Me he propuesto dejar en el umbral de mi casa éstas y otras
muchas cosas, me he propuesto aceptar que el barco que escogí no cruza aguas
calmas precisamente. Me he propuesto tener una respuesta amorosa para que
cuando vuelva a encontrarme con la niña que fui en mi propia hija no sintamos
la necesidad de pedirnos perdón.
Poder desnudarme y abandonar las cargas para ayudar a mi pequeña a hacerlo. Detenerme unos instantes en sus oscuros ojos antes de reaccionar.
Ay Colo, he leído tu entrada y después he leído la de "La mamá de Sara"... Es una entrada llena de sentimientos encontrados, de emoción y de cierta angustia...
ResponderEliminarMomentos de explosión con nuestros pequeños encontramos todas las madres, hasta las más amorosas, comprometidas o aquellas que pasamos las jornadas enteras a su lado, como es mi caso.
A veces la crianza nos enfrenta a tantos fantasmas...
Líberate. como has hecho en esta hermosa entrada, que ayuda, así como el calor que recibirás de otras comadres.
Intentar ser mejor siempre está bien, pero ya sabes que la perfección no existe y te digo como le he dicho a Zary, la auntenticidad y la vulnerabilidad serán también valoradas por nuestros hijos y necesarias para su formación.
Un fuerte abrazo!
;) Un abrazo a las dos remando desde las mismas aguas, con los mismos fantasmas acechando, con dudas y dolores similares, pero avanzando, quizas lento pero hacia adelante. Se les quiere de corazón!
EliminarMaría M., muchísimas gracias por tu calor, me han reconfortado inmensamente. Desde luego que me siento humana al estallar, no se trata de ser o pretender ser perfecta, sino de controlar ciertas emociones para que nos arrastren o desboquen.
EliminarGracias bonita, mil besos
Zary, abrazo inmenso para ti!! Gracias por tu cariño y por la unión al atravesar situaciones y sentimientos tan similares. Te abrazo, linda
EliminarJusto vengo de leer el post de Criar en Contravía, y no creo que haya ninguna madre que no haya perdidos los papeles y se haya comportado de mala manera con sus hijos. No somos perfectas, no podemos, y no creo que debemos querer ni serlo.
ResponderEliminarLo importante como siempre es darnos cuenta e intentar mejorar. A mi tampoco me gustaría que la "violencia" entre en mi casa, pero creo que negarlo, rechazándolo, no ayuda. Creo que es mejor aceptarlo (lo primero sea intentar ser conscientes de no cargar a los demas, en ese caso a nuestros hijos, con nuestras cargadas mochilas) y pedir perdón, hablar sobre ello, que a veces perdemos la paciencia, estamos enfadadas, tristes... hablar con nuestros hijos y hacerles ver que son emociones válidas, pero por supuesto no está bien que les tratemos mal.
Siento haberme líado tanto.
Un besazo
Carol, qué bien me está sentando entrar de nuevo en contacto con todas vosotras... gracias de corazón ♥
EliminarCreo que somos muy conscientes de ello en el momento que nos damos cuenta y nos proponemos que algo cambie... también sabemos que lo primero que debe cambiar es algo en nuestro interior, pero no resulta sencillo a veces. La vida avanza, las situaciones también y los sentimientos enquistados a veces frenan.
Abrazos gigantes!!
Educar y criar a l@s hij@s es reeducarnos y reencontrarnos en el/la niñ@ que fuimos para evolucionar mejorando lo que recibimos. No es tarea nada fácil pero nos hace aprender, crecer y enriquecernos, día a día, si sabemos escuchar a nuestr@s hij@s atendiendo a sus necesidades y a sus "miedos" y enseñándoles, a su vez, a escucharnos, adaptando nuestro lenguaje a su comprensión, cuando l@s protegemos y cuidamos por su bien y se lo hacemos saber. Valorar conjuntamente y mucho los buenos momentos y analizar los momentos más tensos para encontrar las causas que los han generado y, poder así mejorarlos en el futuro.
ResponderEliminarÁnimos, Colo, pues cuando durante el día, por el trabajo y la escuela, no hay contacto ni comunicación todo es más difícil pero hay que luchar si queremos mantener harmonia familiar y por supuesto relaciones sanas y sinceras.
Besos sinceros!
Ay, Lídia, hermosa! Muchas gracias por tus reflexiones y por todo lo que irradias con tu experiencia. A menudo pienso en ti, en tu valor para educar, tu calma... me ayudas mucho sin saberlo... gracias bonita!
EliminarTe leo, como he leído a las otras mamis que se citan arriba y hoy todo esto es también mi desasosiego. Precisamente hoy en el que todo el día ha sido tensar la cuerda, hoy en el que he caído tantas veces. Soy consciente de mi imperfección, de la de todos, pero es ta duro ser consciente de ella.
ResponderEliminarUn besos Colo linda
Gallinita hermosa, te abrazo a ti también con todo mi cariño... qué duro reconocernos en situaciones que no nos agradan, qué difícil asumir esta parte que también somos nosotras, verdad?
EliminarConfío en trabajar y proyectar lo que deseo para que pueda ser real y mientras tanto no ser demasiado dura conmigo misma... Millones de besos y gracias por tu apoyo y sinceridad
Vamos a ver! Todas dejamos de gustarnos cómo madres en algún momento. Nos sentimos fatal y deseamos cambiar. Nadie dijo que el camino fuese fácil. Hemos recibido una educación anacrónica que nos ha marcado pero sabemos que no deseamos lo mismo para nuestros hijos. Todas vosotras me enseñáis continuamente acciones de la madre que deseo llegar a ser. Así que no puedo permitir que sólo nos centremos en lo malo. Hay mucho bueno y trabajamos mucho todas para que cada vez sea más. No somos perfectas y estamos aprendiendo. Así que dejemos de ser tan duras con nosotras mismas y empecemos a ver lo positivo.
ResponderEliminarÚltimamente Blanca se despierta cada media hora, con suerte hace una hora seguida, y yo no tengo tanta paciencia como siempre. Me siento mal por ello pero después pienso que es mejor estar con ella en sus despertares, atenderla, no dejarla llorar...a dormir de un tirón mientras ella se siente sola en otra habitación. Somos humanas y todas sois unas madres maravillosas!!!!
Hola Marián, a mí me sucede justo lo contrario. Tengo la sensación de que en la blogosfera solemos mostrar los aspectos positivos e idílicos de la maternidad y, sin embargo, damos poca cabida a lo negativo, lo que nos duele, lo que no nos gusta.
EliminarPara mí también es constructivo compartir estos aspectos, de ahí esta entrada, por muy humano que sea meter la pata y nos ocurra a todas... sigue siendo doloroso cuando lo vivimos y nos reconocemos en una situación desagradable.
Gracias por compartir tu opinión y tus vivencias, Marián. Un abrazo!
gran tema de debate. Te entiendo perfectamente, mis hijos tienen 8/5 años y sigo sintiendome mal cuando pierdo el control con ellos. Y no se trata de nada más que de gritarles. De decirles las cosas (que tengo razón) pero después de estar muy enfadada entre gritos... Ultimamente les pido perdon y ellos tambien a mi. Intento alejarme, tomar aire pero no siempre lo consigo. De todas maneras intento también desdramatizar... me gusta que sepan que su madre no es perfecta.
ResponderEliminarKira, bonita, muchas gracias por la comprensión y por compartir tu experiencia. Yo también me disculpo, creo que es fundamental para poder mantener una relación sana a pesar de mal momento. Ella también se disculpa conmigo cuando lo encuentra oportuno y es lo que hace que podamos pasar página.
EliminarUn gran abrazo!
Sólo puedo sumarme a lo que han dicho mis compañeras antes que yo. Hay días en los que nos equivocamos. Con nuestros hijos, maridos, padres...No es una excusa, es una explicación. Y saberlo ayuda a intentar no caer en lo mismo.
ResponderEliminarÁnimos y besos.
Mo, qué comentario tan acertado el tuyo, te lo agradezco de corazón. Un abrazo bien fuerte!!
Eliminaruf, madre mía, hace poquísimo que escribí en mi blog sobre este mismo tema, y parece que al leerte..., bueno al leeros a todas las que habéis comentado también, me estubiérais leyendo el pensamiento, creo que Lídia lo explica muy bien, yo me reencuentro constantemente con la niña que fui, y voy aprendiendo a ser madre gracias a mi hija. Lo paso muy mal cuando por algún motivo he perdido los nervios y he gritado a mi hija, en seguida me he puesto en su lugar y me doy cuenta de que no he sido justa con ella, sé que no puedo ser perfecta, pero también sé que eso no es excusa para ir mejorando día a día, un saludo a todas!!!
ResponderEliminarHola Mónica, bienvenida! Ya imaginaba que es un tema que nos ronda y remueve a muchas madres y poder contar con vuestras aportaciones y comprensión reconforta enormemente. Ánimo y fuerza para afrontar las situaciones, entre todas tejemos. Gran abrazo!
EliminarColo, me pasa que muchas veces te leo y me veo caminando a tu lado, cada una por su camino pero tan cerca.. Veo todo lo que dices y también deseo que nuestra casa sea un espacio libre de violencia, de cualquier tipo. Resulta difícil porque la semilla la llevamos muy dentro, así lo siento, y hay días..Todo mi amor preciosa, estoy segura de que conseguirás lo que te propones. Muaks!
ResponderEliminarCarol, amor, qué me ayuda saber que estás ahí... gracias. Lo siento exactamente como tú, la violencia está en nosotros y creo que hay mucho para profundizar ahí, a veces pienso y repienso: explotamos de determinada manera porque está en nosotros o porque a su vez se refleja algo?... en fin, mucho por conocer aún...
EliminarGracias bonita, besos y besos
Buf, qué identificada me siento, llevo unas semanas masticando el tema e intentado sacarlo en forma de post, porque me afecta, y como tú no lo quiero, no quiero eso para mi familia, en mi casa, mi templo, y qué dificil es conseguirlo.
ResponderEliminarUn abrazo guapa, gracias por sacarlo y ayudarme a sacarlo a mí también, encontrarás el camino, encontraremos el camino.
Un abrazote gordo!