Se abre una puerta

Se abre una puerta.

Una puerta amplia, como un nuevo hogar.

Una puerta blanca, como una ilusión.

Una puerta incierta, como un libro por leer.

Me siento excitada por estrenar esta etapa, por descubrir el lugar adecuado para cosa, por apreciar nuevos olores y dejarme acariciar por los rayos de sol desde la cama o abrazar una taza caliente mirando el mar en toda su inmensidad. Me siento repleta de expectativas sencillas que ayudan a avanzar a pesar del cansancio.

Desearía aprovechar el impulso para renovarme interiormente. Intuyo que es un momento ideal para desprenderme de aquello que está ya difuso, que ni aporta ni escuece. Siento que es el momento de depositar gotitas de confianza pura alrededor mía.

Siento que todo confluye en el momento exacto en el que gran parte del planeta comienza a construir buenos propósitos para recibir al nuevo año. Me da la risa si lo pienso. Toda esa energía pululando en forma de partículas voluntariosas mientras nosotros vivimos un cambio real.

Deseo que sea hermoso y constructivo. Deseo que la Cereza y mi amor se encuentren a gusto allí, que hagamos de esas paredes nuestro hogar. Deseo pintar las estancias de blanco para que la luz nos refleje. Deseo dormirme con el susurro del viento, las olas o el imantado velar de la luna llena en la ventana.

Deseo entregarme sin más a este paréntesis de desconexión que se nos ofrece. Donde no llegan los canales de información, donde el flujo trepidante de interacción se detiene. Donde sólo existe la música, los libros, la conversación y las miradas.

Será apenas durante unas semanas, no pretendemos aislarnos por completo. Os echaré de menos. Gracias inmensas por estar aquí, por seguir aquí y conmigo presentes en tantos instantes que desconocéis.

Voy a atravesar una nueva puerta, a dar la bienvenida a una nueva vida.

Y me siento feliz.