En esta etapa de embarazo, la evidencia de una vida en mi
interior es más que clara. El vientre pronunciado y en movimiento y la gran
diferencia en el modo de comportarme, a menudo limitada por mis nuevas dimensiones
y lo que ello conlleva, deja de manifiesto que se avecinan grandes cambios para
todos.
Esta situación supone que toda la familia tome una mayor
consciencia de que, muy pronto, un nuevo
ser estará entre nosotros piel con piel, pudiendo interactuar con ella de una
manera más íntima y real. Asumir esta nueva realidad es cada vez más palpable
para ellos, puesto que yo, como portadora y sustentadora de su vida, hace
tiempo que voy desarrollando ese vínculo con ella.
De este modo comenzamos a sumergirnos en el mundo de los
hermanos… ¡y me parece algo tan delicado!
Delicado porque tengo la sensación de que se deja poco margen para la naturalidad, para que sean ellos mismos quiénes identifiquen y creen sus propios roles, sino que ya desde el mundo adulto condicionamos una relación que ni siquiera ha tenido oportunidad aún de darse como tal, de tejerse de manera espontánea. Y este aspecto no sólo llama mi atención sino que me preocupa, me mosquea.
Delicado porque tengo la sensación de que se deja poco margen para la naturalidad, para que sean ellos mismos quiénes identifiquen y creen sus propios roles, sino que ya desde el mundo adulto condicionamos una relación que ni siquiera ha tenido oportunidad aún de darse como tal, de tejerse de manera espontánea. Y este aspecto no sólo llama mi atención sino que me preocupa, me mosquea.
En el último mes es constante la lluvia de argumentos en
torno a llegada de la nueva hermana que recibe mi hija mayor. Encuentro normal
que esto ocurra porque es una realidad y un modo de entablar conversación con ella
acerca del tema, que la ayuda a su vez a expresar sentimientos al respecto.
Tengo que decir que ella se muestra comunicativa y entusiasta y que reacciona
siempre con alegría y cierta timidez. Sin embargo, entre tantas aportaciones, también
es común que se deje caer la coletilla de que ahora es la mayor y debe cuidar de su hermanita. Y este hecho
es aún más pronunciado si, como es nuestro caso, la mayor es mujer.
Esto es lo que inquieta. Sé que la mayoría responde a frases
hechas sin mayor intención, como tantas otras, pero no por ello, a mi juicio,
inoportunas. Creo que nosotros como adultos podemos discernir y obrar tal y
como deseemos en la crianza, pero ella, mi pequeña, está construyendo su mundo,
sus referencias y también su nuevo lugar como hermana, en el cuál debe sentirse
cómoda. Y en alguna ocasión me ha sorprendido preguntándome que si ella también
cuida de la hermana quién cuidará de ella… como mínimo inquietante que una niña
de apenas cuatro años sienta este tipo de vacío e incertidumbre por algo que no
va a suceder jamás, ¿no creéis?
Para mí, el cuidado de los hermanos menores por parte de los
mayores, a modo imperativo dictado por sus propios padres o cualquier otro
adulto al cargo, supone un grave error. Creo que la protección de los mayores
hacia los pequeños de algún modo debería brotar de manera innata y siempre
ajustada al grado de madurez de ambos. Lógicamente el hermano o hermana mayor se
implicará más en la atención y la crianza cuanto mayor sea la diferencia de edad
entre ambos, por sentirse más experimentados y capacitados para hacerlo. Creo
que es difícil atender a alguien como corresponde cuando aún estás forjando tu
propia identidad y poniendo a prueba tus aptitudes en el cuidado y defensa de
ti misma. Al menos esta es mi opinión, que la expreso sin ningún tipo de
conocimiento profundo del tema más allá de mis percepciones y la propia
experiencia.
Creo que cuando la diferencia de edad entre hermanos es tal
que la hermana mayor sigue siendo pequeña, esto debería suponer una razón suficiente
para no sobrecargarla de responsabilidad. Puesto que como padres, la atención y
cuidado de cada uno de nuestros hijos son responsabilidades exclusivamente
nuestras y esto es algo que debemos asumir con todas sus letras, aun cuando
decidamos delegar en otros adultos. No le corresponde al hermano o hermana
mayor velar por el/la menor de manera sistemática cuando, probablemente ni ellos
mismos estén capacitados para hacerlo con garantías sobre su persona. Es decir,
cuando se encuentran inmersos en su propio aprendizaje frente al medio, en su
relación con otras personas y en la construcción de la imagen que se están
creando de ellos mismos. Creo que estas relaciones quedarían fortalecidas si se
contase con el sostén de los padres para ambos, eximiendo de responsabilidad al/la
mayor, más allá de lo que le brote de manera espontánea.
Y en este punto me encuentro, tratando de explicar a mi hija que cuando su
hermanita nazca todos cuidaremos de todos en la familia, porque cada uno
aportamos algo valioso e irremplazable al otro. Tratar de explicarle de un modo
sencillo y comprensible para ella que no debe preocuparse por cuidar a su
hermana, porque tanto su padre como yo cuidaremos de ambas siempre, que ella
podrá participar en las atenciones cuando así lo desee pero que no es su
obligación.
Sé que con los años se convertirá en una figura de
referencia importante para su hermana, que sus actos y reacciones influirán de
un modo determinante en el desarrollo de la pequeña, por eso, desearía que la
relación que se establezca entre ambas responda a la espontaneidad y no a la
responsabilidad impuesta que podría llevarlas a reaccionar bajo cierta presión
a ambas.
Será que soy hermana mayor, y desde mi experiencia, la relación
que se establece y la capacidad de asimilar y reaccionar es completamente
diferente en función del margen de edad entre hermanos. Cuando tan sólo les
distancian unos añitos, como será el caso de mis hijas, considero un error
marcar roles de cuidado y atención que no brotan de manera natural. Si para un
adulto resulta difícil gestionar ciertas situaciones frente a un menor, tan
sólo hay que imaginar de qué recursos dispondrá una niña de corta edad cuando
se encuentre desbordada. La repetición de estas circunstancias estoy convencida
de que acaba ocasionando carencias, también emocionales, para ambos. Repito que
para mí supone un tema delicado, será porque me afecta.
Durante la infancia, todos somos niños y debemos vivir
nuestras experiencias como tales. Ni el/la mayor debería acarrear con una serie
de responsabilidades que en realidad no le corresponden ni el/la menor debería reconocer
en él o ella una figura de autoridad cuando ésta no se basa en la cooperación y
el respeto mutuo, sino que viene impuesta. Creo que esto llega a su debido
tiempo, cuando las relaciones se han forjado sanamente y suponen un aprendizaje
mutuo, a través de las vivencias compartidas.
Creo firmemente que ésta es una labor importante que como
padres debemos desarrollar y velar por ella, para aligerar el peso de nuestros
hijos e hijas, cualquiera que sea el orden de su llegada a este mundo, y
permitir que se construyan relaciones basadas en el entendimiento, el cuidado y
el respeto entre todos los miembros del clan, cada cual en la medida de su capacidad
de entrega y recogida, cada cual reafirmado y cómodo en el lugar indispensable
que ocupa.
Así fluirá la relación entre las dos, porque vosotros les daréis el espacio.
ResponderEliminarCuando estábamos esperando a ElPeque también acosaban a ElMayor con lo mismo. .. y yo no era tan tolerante como tu, yo zanjaba el tema con un "no, el no lo va a cuidar, va a jugar con su hermano".
Los años van pasando y ha sido el propio mwyor el que ha asumido que en ausencia nuestra él debe velar por su hermano (hablo no sólo de ausencia física, también mental, cuando estamos ensimismados o agobiados)... y te puedo asegurar que no hemos sido nosotros, que ha partido de él.
Ellos tienen una relación que espero se mantenga así por siempre.
Te abrazo
El "debe" iba en comillas. ..él lo asume como su responsabilidad... no siéndolo. Un beso
EliminarMe parece genial que desees aligerar su carga. Debe ser difícil, sobre todo porque al lado del bebé la verás mucho más mayor de lo que es.
ResponderEliminarUn abrazo preciosa
me han encantado tus reflexiones. Con tu permiso las comparto. un beso. Andrea
ResponderEliminar