Querida hija:
Desearía que ahora que el sol luce con fuerza y el buen
tiempo invita a desnudarnos, tus oídos quedaran cubiertos a menudo. Que
pudieras sumergirte en un mundo paralelo donde los comentarios oprimidos no te
alcanzaran, de manera que quedases para siempre libre y repleta de tu esencia
femenina salvaje.
Desearía que no te empapases tan temprano de los cánones de
belleza que se van imponiendo, que desconocieras la relación perversa que
creamos entre la comida, el sacrificio, la culpabilidad, la belleza y el cuerpo
de mujer. Relación que se cuela entre comentarios en la vida cotidiana y ya vas
permeando.
Desearía que no interiorizaras que esto es así, que entendieras que
no es normal, por muy extendido que esté, que las mujeres deban sacrificarse
simplemente por gustar y que, generalmente, se esconde una gran falta de amor
bajo esas conductas, y no sólo de amor propio, sino de amor de verdad, recibido
y entregado. Un vacío que no es fácil de
aceptar y, por tanto, sanarlo.
Procuro esquivar, sobre todo en tu presencia, las bromas y
comentarios hacia el cuerpo, especialmente hacia el femenino por ser más común
que este tipo de ataques recaiga en nosotras. Pero no puedo evitar que esos
comentarios ocurran a nuestro alrededor, cuando a menudo escuchas como mujeres de cualquier edad se justifican antes de tomar algo o se privan de ello con pesar. Y al contrario, cuando se sienten orgullosas de sus logros, a pesar de lo dejado en el camino. O peor, cuando se les dice, generalmente otra mujer cercana a ellas, que no lo hagan porque se van a poner como una foca… Estos comentarios son comunes incluso hacia las niñas… somos capaces de transmitirles tantas miserias que no debería sorprenderme por algo tan extendido… o tal vez, esté en nuestra mano sembrar la semilla del cambio.
La tristeza reside en que este culto a la “belleza” no se
expande por salud, lo que nos inculcan es vanidad, por destacar y agradar, por
no ser marginada de algún modo… la bandera sumisa que hemos aceptado y lucimos
orgullosas… tratando de alcanzar las metas que sin sentido nos fijan, que no hacen más que alienarnos y disfrazarnos de quiénes no somos. Restándonos fuerza, doblegándonos, rompiendo el círculo y entregándonos de nuevo a la estructura vertical, compitiendo sin desear hacerlo, peleando con nosotras mismas… desamándonos, desenraizándonos, descreyendo y desnaturalizándonos.
Y yo, desearía que nadie, aun sin maldad, bromease con tu
aspecto o tus antojos. Que el desear tomar algún capricho, que son los que se
toman por gusto y no por necesidad, no fuese sinónimo de ganar peso y esto a su
vez de fealdad. Que supieras que los estereotipos, las modas y los tópicos
tienen la importancia que desees darle, porque nadie habla sin tapujos de lo que se arriesga y sólo se muestra la cara iluminada de la luna.
Que dejásemos de cortar nuestras hermosas alas y nuestra
hermosa mente.
Que creásemos lazos sanos entre nosotras mismas y el
entorno, que no nos volcásemos hacia fuera esperando encontrar lo no recibido
dentro.
Que te sepas lo suficientemente querida y respetada para no
enredarte en las trampas, que vivieras tu sexualidad sin cadenas. Que te
(ad)mires con seguridad y confianza, también desde tus sombras… porque a partir
de ahí todo lo demás: el respeto, la aceptación, el abrazar la diversidad y el
Amor en mayúsculas, llega sólo.
Genial Colo... lo comparto... gracias
ResponderEliminarGracias a ti, Maria... por todo! Abrazos
EliminarQue bonito Colo, lo sube al Fb para que más personas puedan compartirlo. Bss.
ResponderEliminarOh, Lna, bella, siempre un placer tenerte por aquí. ¿Sabes que te quiero? Mil besos
EliminarPrecioso guapa, como todo lo que tu escribes.
ResponderEliminarDrew, bonita, gracias. Millones de besos
EliminarMuchas veces nos gustaría tener a nuestros hijos ajenos a tantos comentarios... y no solo sobre el cuerpo. Comparto lo que tan bellamente has expresado, no podemos alejarnos tanto del mundanal ruido, los mensajes terminarán por llegar, pero al menos para entonces habremos dejado en ellos nuestra impronta.
ResponderEliminarUn beso.
María M., cierto es, no podemos ni debemos vivir en un mundo paralelo, pero sí tratar de que ciertas conductas extendidas y aceptadas socialmente calen de manera diferente. Al menos intentarlo.
EliminarGracias, abrazos!
Me ha gustado mucho. Yo firmaría también esta carta y la daría a mis hijas. La tiranía de la belleza me preocupa y me hace enfadar. Desgraciadamente ni yo misma escapo a ella.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias, Bego. No es fácil escapar, yo tampoco lo hago, aunque sí trabajo para amortiguar los golpes. Un abrazo grande
EliminarAsí es...
ResponderEliminarGracias...
EliminarPor desgracia pocas mujeres escapan a estas trampas. Es una carta preciosa qué debería leer la sociedad entera.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Gracias Mamá Burbujita, no escapamos a las trampas pero al menos cada vez las detectamos mejor, poco a poco. Un abrazo grande
EliminarBellísimo Colo! Tiemblo con estas cosas, verdaderamente me afecta.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Silvia de mis amores, cuánto por compartir en este aspecto. Aquí estoy preciosa, a mí también me cala hondo. Abrazo sincero
EliminarMAGNÍFICA Y PRECIOSA COMO SIEMPRE.MIL BESOS.
ResponderEliminarTita, preciosa, muchas gracias. Eres un amor. Millones de besos
EliminarQué hermoso
ResponderEliminarMuchas gracias!! Abrazos
EliminarTienes toda la razón del mundo. Y como han dicho por ahí arriba, qué difícil es no caer en esas redes...
ResponderEliminarUn besote.
Gracias, Mo! Cierto que es difícil pero al menos indentificamos de qué hablamos. Besos!
EliminarNo tengo nada más que decir!!precioso post!!!
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Johanna!! Un beso :)
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