lunes, 6 de junio de 2011

He llegado tarde...

Tengo la sensación de haber perdido muchos trenes, o mejor dicho, de haberlos cogido a destiempo. Supongo que esto de haber cruzado los 30 es lo que tiene, hasta ahora la sensación era más bien la de tenerlos ahí siempre para escoger a mi antojo.

He llegado tarde a tomar conciencia del loco ritmo de vida actual, de las consecuencias que, en mi día a día, tiene este consumismo sin medida. Hasta hace relativamente poco no comprendí que no todo lo que se puede adquirir es adecuado para nuestro organismo. No sin vergüenza, reconozco que me sorprendió que algunos de los productos que abarrotan las estanterías de los comercios sean poco más que consumibles sin ser con ello saludables. Y no me refiero a la llamada comida basura, si no a los tratamientos que reciben algunos productos, a la cantidad de sustancias innecesarias añadidas, a las condiciones en que viven algunos animales hasta llegar al matadero o hasta que dejan de ser útiles para seguir engrasando la gran cadena.  Desde mi ignorancia aún, trato de preparar yo misma cada vez más cositas partiendo de buena materia prima, todo lo que puedo claro, porque no es barato. Y en lo que no puede ser, al menos, podría decir que hago un consumo, más o menos, consciente.

He llegado tarde al de la preparación laboral. Estudié y saqué la licenciatura, pero a penas he ejercido como profesional cualificado, sí mucho como pringadilla competente que saca las castañas del fuego por cuatro perras. Durante un par de años me afinqué en un trabajo para el que me sobraban aptitudes pero que debí mantener para curar alguna brecha del alma que arrastraba. Este parón me está pasando factura y siento que me he quedado atrás para emprender ciertas cosas. Creo que en esa época los trenes que pasaron fueron ya de alta velocidad y casi ni los vi.

He llegado tarde también al de las modas, en realidad creo que me he subido a muy pocos trenes de tendencia y, algunos de los que tomé, preferiría haberme apeado pronto.

Pero ves, al tren más importante de mi vida creo que llegué a tiempo, por los pelos eso sí. Hasta ya avanzado el embarazo no me cuestioné muchas cosas sobre crianza, pero al conocer y sobre todo al sentirlo en mi piel, me doy cuenta que he tomado el camino adecuado, adecuado para mí claro, porque para algo parten trenes a cualquier lugar. Ahora disfruto más de este viaje que del destino y, subida a él, veo pasar alguno que otro, pero no me pesa, incluso lo despido con la mano y una sonrisa en los labios. Me da igual seguir llegando tarde si el no perder comba me va a hacer ser más competitiva, más ambiciosa, menos centrada en el presente. Sólo tengo que aprender a disfrutar plenamente de la espera, porque aún me agobio a veces mirando el futuro,  y aguardar para saltar con impulso al tren que me plazca, cuando sea que pase.

2 comentarios:

  1. Colita, encantada de que me hagas partícipe de esto que es tann tann tuyo. De verdad, gracias!
    Los he leido todos, y especialmente este me llama la atención.
    Yo con mi edad también siento que o bien llego tarde o no llego a lo que exige la vida.
    Pero luego reflexiono y pienso que, si somos felices a día de hoy(con lo que está cayendo fuera) es que NO HEMOS LLEGADO TARDE A NINGUN TREN.
    TQ[PITI]

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  2. Gracias por tus palabras Piti, siempre tan sensible y tan linda!
    Aunque tenga la sensación de haber hecho algunas cosas a destiempo y de haber dejado pasar otras, la verdad es que me siento muy feliz en el punto en el que estoy. De haber tomado otras decisiones, seguramente no fuese quién soy ahora. Todo son ciclos.

    Me encanta tenerte por aquí. Un gran beso

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