Hoy es el Día Mundial de los Derechos del Nacimiento. Tengo que reconocer que estoy abrumada por toda la información que, desde hace unos días, voy absorbiendo sobre éste y otros temas que no me dejan indiferente. No es el tomar la información lo que me hace sentir así, más bien estoy embriagada del sentimiento universal que nos une a unas madres con otras aunque no nos conozcamos ni hayamos cruzado una mirada siquiera. Hablo de un sentimiento tan fuerte como invisible, que nace como una maraña que acuna a nuestro hijo mientras abandona nuestras entrañas y acaba por envolvernos, haciéndonos perder la cordura para siempre, o al menos, eso afirman algunos. Yo no fui una excepción, en el instante que mi hija decidió abrirse paso a través de mí, cambió mi mundo.
Me adentré en la llamada Maternidad Consciente casi de puntillas, impulsada por mi instinto y porque cuánto más conocía más deseaba conocer. Aún vivo asombrada por la lógica aplastante de nuestra naturaleza mamífera. Pronto comprendí que era mejor continuar así, poco a poco, porque cada mujer vive esta experiencia de un modo diferente y era fácil herir o sentirse herida. Supe que si deseo respeto en mi elección es vital para mí darlo a su vez.
Pero no puedo evitar sentirme pequeña ante la falta de tacto, por no decir desinterés, que podemos recibir durante la gestación y la asistencia al parto o la lactancia, donde es necesario tener iniciativa para comprender. No me entra en la cabeza que, en general, no te informen, te apoyen, te escuchen y te alienten a tener un parto digno, tan digno como tú lo desees, o al menos, a decidir sobre él. No comprendo porqué se mezclan conceptos como parto seguro y parto dirigido, ni porqué cuando una mujer decide ir a parir a un hospital acepta de antemano que, probablemente, las cosas no sean como ella desearía, aún sin presentarse ninguna complicación.
Crecemos con la idea predominante de que parir es doloroso y el propio miedo ya nos duele. Creemos que no seremos capaces y nos sorprende la entereza con la que afrontamos la situación. Creemos que estamos solas y no acompañadas por nuestros bebés, fusionados en esa aventura juntos. Creemos que es cuestión de suerte poder amamantar y, al no amar a nuestros pechos y la vida en ellos, nuestra falta de confianza nos vence. Deseo pensar que se van abriendo más mentes en esta dirección y que el día de mañana, se reconocerán y respetarán los derechos del bebé y la madre desde el hermoso momento en que se van a mirar por primera vez.
Crecemos con la idea predominante de que parir es doloroso y el propio miedo ya nos duele. Creemos que no seremos capaces y nos sorprende la entereza con la que afrontamos la situación. Creemos que estamos solas y no acompañadas por nuestros bebés, fusionados en esa aventura juntos. Creemos que es cuestión de suerte poder amamantar y, al no amar a nuestros pechos y la vida en ellos, nuestra falta de confianza nos vence. Deseo pensar que se van abriendo más mentes en esta dirección y que el día de mañana, se reconocerán y respetarán los derechos del bebé y la madre desde el hermoso momento en que se van a mirar por primera vez.
Cocolina, me ha encantado tu reflexión. Vivimos en un mundo lleno de información en el que tenemos muchísima información de todo pero justo en esto creo que nos dejamos llevar, en mi caso por miedo, porque yo estaba angustiada por si a mi bebe le pasaba algo...La sociedad en la que vivimos desnaturaliza todo y como es a lo que estamos acostumbrados pues nos parece normal. Es más normal una cesarea programada que un parto sin epidural.... Pero de todo se aprende y seguro que si volvemos a parir será de otra manera.Un besote
ResponderEliminarCocolina, a mi tambien me ha encantado tu reflexion! Yo creo que esto va para delante, por lo menos en mi ciudad, ya se van abriendo mas mentes, pero aun hay muchas cerradas y muchas madres que bien por ignorancia o por miedo se dejan llevar. Un besazo guapa!
ResponderEliminarEs que lo damos tan por hecho, que nos dejamos en manos de los médicos sin atender muchas veces a lo que nuestro cuerpo nos pide en silencio. A mí me pasó, el tema de la lactancia sí me lo tenía estudiadito gracias al gran consejo de una de las matronas de los cursillos de preparto, que "recetaba" la lectura de Carlos González, pero en el tema del parto nos decían que estábamos en buenas manos y apenas nos explicaron nada, y así caí y no dije que no a nada. Lo único que tenía claro era que no quería epidural, y aún así la tuve, ni en eso me supieron ayudar...
ResponderEliminarMuchísimas gracias por vuestros comentarios!!
ResponderEliminarY qué razón tenéis, estoy segura que todas desearíamos dar marcha atrás para cambiar algo ese día. En mí caso traté de estar pendiente a todo que no pude centrarme a disfrutar el momento.
Estoy con vosotras, poco a poco la cosa volverá a tender a apoyar y ayudar a la mujer que da a luz y a su bebé como una etapa más de nuestro ciclo. Pudiendo hacer uso a la vez de los medios y la información que tenemos en la actualidad...
Un abrazo a las 3!