viernes, 17 de junio de 2011

Impaciencia

Esta mañana, rondándome algo en la cabeza, de pronto lo he visto claro: ¡pero qué impacientes!!. No sé cómo no me he dado cuenta antes, de verdad, hay veces que a una le pueden las ganas.

Con este calorazo de mediados de agosto, al regresar de los recados matutinos estoy que necesito zambullirme y que se me quite todo, como una pastilla efervescente. La niña en un costado, la bolsa de la compra en la otra mano y la mochila de supervivencia al cuello. Todo esto haciendo peripecias para abrir y cerrar puertas con meñiques y pies y sin dejar de cantar el señor Don Gato o la Bella Cuquín. Además tengo una sandalia rota y la suela me está haciendo polvo, salgo escopeteada de casa y siempre me acuerdo tarde.

Al  pasar frente a la piscina del bloque, la pequeña le hace una fiesta. De modo que hace un par de días y emocionada con estrenar el veranito junto a ella, no me contenté con remojar los piececillos y llamar a la gata para que nos acompañe con su baile de San Vito, como solemos hacer. Y así fue como nos enfundamos el bañador, el gorrito, un poquito de crema y a disfrutar... o algo así.

El primer día a penas nos mojamos, fue meter un poco más de la rodilla y comenzar a llorar, así que regresamos al bordillo a remojar los pies y disfrutar del espectáculo que ahora es aún mejor, ya que papá se anima y hace el mico hasta caer al agua y jugar con una enorme pelota de colores. Así sí que disfruta la pequeña, llamándolo a carcajadas para que siga haciendo la foca. Al día siguiente fue casi peor. Y para el tercer intento su padre puso toda la carne en el asador y le infló una barquita que le habían regalado.... ahí sí que chiscamos para fuera!!

Y esta mañana caí, con lo claro que estaba: ¡qué prisa tenemos!!. Siempre procuramos que sea ella quién decida, respetar sus tiempos para desenvolverse, estimular sin forzar. Y ahora no he sido capaz de darme cuenta, locos de emoción por disfrutar del chapoteo juntos. Si de momento está feliz remojando sólo sus pinrelillos y ríe a carcajadas mientras nosotros nos bañamos, no me cabe duda que pronto será ella misma quien nos pida que la acompañemos. Dejando que dé el paso cuando se sienta segura. Me siento un poco desconsiderada con ella ahora, pero al menos, ya me he dado cuenta... “¡qué cabezotas!”, debería pensar nuestra hermosa Cerecita.

4 comentarios:

  1. Jajajaja yo también ando con ganas locas de bañarme con ella... La semana que viene quiero llevarla a la playa, gracias por recordarme que hay que tener paciencia! Besotes mi niña!

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  2. Cocolina, es de humanos a veces ser impacientes. Yo el año pasado metí a mi gordi en la piscina y en el mar, y en ambos casos la encantó. A ver que opina este año...

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  3. poco a poco, yo llevo yendo con ella desde que tenía 6 meses a la piscina, y cada sábado que vamos es ella quien se encarga de decirme cuando lo está pasando bien y cuando quiere salir del agua; a veces está la media hora entera, a veces salimos al cuarto de hora... ella me marca el ritmo ;)

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  4. Pues sí, a veces las ganas que tenemos de compartir algo con ellos nos hace precipitar las cosas. Porque saber cuándo están incómodos y que es mejor cambiar de historia es fácil, para mí lo difícil está a la hora de empezar, el no darles la oportunidad de que sean ellos quienes decidan cuándo y quienes tomen la iniciativa. Voy en el camino el aprendizaje!! No sé si me explico del todo bien... besitos a las 3, o mejor, a las 6!

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