sábado, 4 de junio de 2011

Madre Tierra

Anoche me acosté pensando en la Naturaleza, sí sí, en el mundo animal y vegetal que nos rodea y con el que coexistimos aunque a menudo no nos paremos a prestarle atención. La semana pasada ardió gran parte de la vegetación de la isla donde vivo, de dónde me siento. Un dolor. Imagino que esto me está haciendo reflexionar de nuevo sobre el tema.

Reciclamos, tenemos alguna o varias mascotas en casa y cuidamos nuestras plantas. Pero me pregunto si sólo lo haremos porque las consideramos nuestras. ¿Es necesario crear un vínculo directo con algo para implicarnos? A día de hoy y, generalizando, me atrevería a afirmarlo. Hemos perdido la noción de ser tan sólo una especie más y respetar los propios ciclos de la vida, manipulando presente y futuro para nuestro beneficio. Desde hace años tenemos información más que suficiente sobre el estado de nuestro planeta y continuamos haciendo oídos sordos a pequeña y gran escala. Adoptando la postura cómoda y egoísta del que aún goza de recursos, sin pensar en generaciones futuras, sin pensar en otras especies, sin pensar que este pulso con la Naturaleza tarde o temprano nos hará rendir cuentas, si no lo está haciendo ya.

Anoche imaginaba la tristeza de vernos limitados por nuestras acciones, de no poder zambullirnos en el mar claro, refrescarnos en los arroyos y ríos, disfrutar del cielo limpio de mayo, respirar aire puro a pleno pulmón, reconfortarnos a resguardo oyendo la lluvia caer, acurrucarnos bajo un cielo cuajadito de estrellas con la reina luna y dormir desnudos sobre la cálida arena, a la sombra de un pino, en los brillantes días de verano mientras las chicharras cantan. Así me siento libre, feliz, en consonancia con este mundo, el mundo real. Son placeres únicos y me siento inmensamente afortunada por poder disfrutarlos aún. Por despertarme y ver los algarrobos desde la cama, porque florezcan las rosas, las margaritas, los hibiscus y el romero en nuestro jardín, porque el canto de los pájaros se mezcle con el ajetreo del hogar. Por tener a un paso la playa, medio salvaje aún, y que las lagartijas se tumben en el pareo a nuestro lado. Desearía poder dejarle un mundo mejor a mis hijos, a los tuyos y a todas las generaciones que quedan por venir. Un mundo integrado, responsable, consecuente y respetuoso, porque aunque suene a tópico, somos todos un equilibrio, parte de lo mismo.

2 comentarios:

  1. Creo que es muy importante estar en consonancia con la naturaleza.
    Nos creemos superiores y abusamos de ella, así nos va.

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  2. Sí, Carol, a mí siempre me aporta sosiego el contacto con ella. Gracias bella!

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