lunes, 15 de agosto de 2011

El paseo

La vida sigue su curso, continúa y es maravilloso estar presente para comprobarlo.

Durante los últimos años, salir a pasear junto al mar, cerquita de casa, se ha convertido en uno de los mejores momentos del día. Me doy cuenta de que es un momento especial para mí, unos instantes de conexión con la belleza, de calma, de alegría. Me despejo por completo. En los meses más fríos suelo hacerlo durante el día, aprovechando la luz clara de la isla. Ahora, en cambio, casi siempre nos acompaña la luna, cogiendo altura para tomar el relevo al sol que se despide por su sendero de tonos púrpura. Sé que hay lugares más mágicos, pero este mi sitio y es una sensación tan reconfortante que no lo cambio por otro.

Es un paseo que trato de no descuidar, por lo que a diario me encuentro allí, a la verita del mar. Ahora me maravillo del paso de los años, de los cambios que vamos conformando con ellos. Me recuerdo paseando jovencita, apresurada, risueña, soñadora como ahora, recorriéndolo sola, con amigas entre risas contagiosas, compañeros de clase, vecinos, hermanos.

Me recuerdo adulta, más serena, disfrutando de las lindas noches de verano, paseos y confidencias con mi prima, entrañables momentos.

También junto a mi pareja, en silencio, charlando, de su mano, planeando, soñando, amándole. Estos paseos cobraron otro sentido durante el embarazo. Se hicieron más largos, más cariñosos, más cargados de ilusiones compartidas.

Recuerdo el largo paseo en la mañana fría del día que la Cereza llegó al mundo, las dos solas, tomando consciencia, escuchando música, hablándole, sintiendo el viento, pisando con valor, comunicándonos sutilmente.

Y ahora lo hacemos de nuevo una junto a la otra, me siento agradecida porque no sea de otro modo. Disfrutamos ambas. Me asombra cómo vamos adaptándonos a las nuevas necesidades. Los primeros paseos en el fular, acurrucadas, mamando, cantando, susurrando, explicándole, ahora desde fuera, el lugar tan bello y especial que nos arropa.

Crecieron sus inquietudes y pasamos al carro. Ella tocaba las plantas a un lado, hablaba al mar, aleteaba con brazos y piernas de pura emoción, reía con perros, gaviotas, palmeras y aviones mientras merendaba. Y de pronto un nuevo cambio, quiere ser ella quién lleve el timón (por si acaso yo lo dudaba), desea ir a pie, tomando mi índice como guía, empujando ella el carro, parándonos en la arena para rescatar y lanzar conchas, apresar granitos, esponjas secas, piedras, hacernos cosquillas y acercarnos a la orilla. A veces, también nos acompaña su padre, mi amor,  y son momentos diferentes, lindos, me enternece verles juntos. Me permiten sentarme a un lado, respirar, recogerme en mí sin dejar de estar presente y yo me pregunto si también ellos se sentirán a gusto, en paz y en casa al admirar desde allí la bahía en calma, las olas rompiendo a lo lejos, la inmensidad del mar y el cielo e incluso, a veces, hasta el embrujo de la luna llena.




19 comentarios:

  1. Que bonito, que afortunados de poder dar esos paseos al lado del mar. Para nosotros el momento del paseo es también un momento muy especial. Que bonito como lo has contado... Un besazo

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  2. Me ha encantado! por un momento me he sentido yo misma dando también ese paseo. Qué hermoso es ver crecer a los hijos! que disfrutéis mucho tiempo de esos paseos.

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  3. Que envidia poder disfrutar del mar cada día!!!....son momentos cómplices para recordar...cada uno de los paseos!!!!

    Cuánta paz me has transmitido con este post!!!

    Besosss

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  4. Hola Coco,
    Qué tranquilidad... y qué envidia!
    pasear este finde con la luna llena reflejandose en el mar ha tenido que ser espectacular ;-)
    Abrazos nostálgicos!

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  5. Hola Cocolina, por fin he llegado hasta aquí y me he encontrado con una entrada preciosa. Yo también tengo una casita en la playa y también suele ser "mi momento". Sólo con asomarme a la ventana del salón a contemplar el mar ya siento paz. Este año es la primera vez en mi vida que no estaré allí y siento una terrible nostalgia. Vendrán tiempos mejores.
    Un beso y disfruta esos paseos por mí también.

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  6. El mar siempre trae momentos de relajación y reflexión, y llega en tus palabras como un soplo de brisa fresca. Me encanta cómo te expresas :)

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  7. Esas pequeñas cosas son las que hacen que una vida merezca la pena.

    Por cierto soy Pérfida
    Un saludo coleguita

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  8. María, que duren esos paseitos que nos sientan de maravilla, verdad? de ahí vengo yo ahora, renovada!! gracias y besitos

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  9. María M., gracias por tus buenos deseos, igualmente! es precioso verles crecer y crecer juntos a ellos. Besos

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  10. Jeza Bel, me alegra que esta entrada te transmita paz, de verdad, porque es un momento muy especial para mí a pesar de su sencillez! Gracias y besos

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  11. MaGiA, la luna estaba impresionante estos días, de hecho hemos alargado el paseo para disfrutar de ella y bañarnos de su magia. Abrazos embrujados

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  12. Mamá de parrulín, bienvenida!! me hace ilusión tu visita porque siento simpatía por tus cosas, gracias!

    Lamento que no puedas disfrutar este año de esas miradas al mar y estoy convencida que otros tiempos mejores te dejaran contemplarlo sin reloj. Un gran beso!

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  13. Eraseunavez, gracias por ese comentario tan bonito! tienes el mar cerquita? besos y más besos

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  14. La Pérfida Canalla, estoy contigo. Esas pequeñas cosas nos dan frescura y nos rejuvenecen con alegría. Gracias por tu visita, me acercaré a conocerte!

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  15. Olives and Pickles, salud y alegría por y para la vida!
    Gracias por comentar, qué ilusión!

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  16. Jo Cocolina, que amor desprendes.. no se en que isla vives pero dan unas ganas de ir.. Super besos!

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  17. Conociendo tu blog, me encuentro con este post que me ha dado una paz...
    que lindo poder tener el mar tan cerquita.
    Muchos saludos desde Argentina.
    Me llamo la atencion tu nick, porque a mi hijo le decimos Coco =)

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  18. Mica, bienvenida!!
    Me encanta que transmita paz porque es un momento muy agradable para nosotros y me gusta que se desprenda de mis palabras. Gracias!
    Qué gracia lo del nick! somos dos Cocos!! :)

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