miércoles, 6 de junio de 2012

Ordenando emociones


Últimamente ando descifrando mensajes, mi mente ha decidido que debe encontrar un lugar para cada cosa. Ordenar sensaciones, encaminar energías. Reestructurarme otra vez. Quizá esté colocando la estantería de mi interior para despedirme de este estado con la casa bien barrida y las cortinas limpias.

Mientras, aguardo.

Sigue habiendo lagunas, pequeñas o grandes piedras que no sé dónde ubicar o que prefiero rodear. Reflexionar sobre una misma no siempre resulta fácil ni agradable. Aceptar la totalidad de nuestros sentimientos y expresiones es una tarea valiente cuando una se propone ser consecuente, no sólo con el presente ni como actitud hacia el futuro, sino como responsable última de esas mismas piedras, como dueña de su vida.

Sin embargo, es extraño cómo se encajan situaciones o vivencias que de algún modo quedan a merced de otras personas. Cuando comprendes, ya con cierta perspectiva, que las acciones y decisiones, o la falta de ellas, de aquellos que te rodean hacen mella en ti. Sobre todo cuando aún somos dependientes, no sólo física sino emocionalmente también. Visto así, la dependencia emocional podría ir pasando de un ser a otro sin ni siquiera percatarnos demasiado… y en cualquier caso también podría considerarse esto una señal… o no?... ya dije que estoy descifrando.

A menudo nos preocupamos por cómo afectaran ciertas situaciones o conductas en nuestros hijos. Tratamos de evitar, suavizar o canalizar aquello que consideramos fuera de lugar, aunque suponga una tarea agotadora e insalvable a veces. Pero no tiramos la toalla, porque confiamos firmemente en lo que sentimos y hacemos. Expresamos aquello en lo que creemos, lo que nos hace latir, lo que nos hace bracear contracorriente o mantenernos a flote, sonreír al sol con la cara lavada. Y en medio de esta actitud de expansión en lo que siento y creo, me cuestiono si no estaré a la vez hiriendo, si no estoy siendo demasiado brusca, demasiado drástica a veces, si no seré cómplice de abrir alguna herida antes de tiempo…

Cuando he tenido ante mí la certeza, o al menos eso creo ahora y quién sabe si algo cambiará en mí en un futuro, del porqué de esas lagunas agridulces, ha resultado liberador, pero también terriblemente desolador, a partes iguales. El puerperio te abre en canal a esas vivencias que no podías, ni debías tal vez, acallar o enmascarar por más tiempo. Quizá me hubieran alcanzado en otro instante, pero años de trabajo concienzudo de comprensión y aceptación no consiguieron convertirse antes en una buena cataplasma para el alma. Tal vez no di con la tecla, no tenía lo suficiente abierta la mente o, sencillamente, no podía asumirlo sin desviar la mirada.

Cuando cae una venda de tamañas dimensiones, entendida como una brecha no siempre proporcional a su causa objetiva, encuentro importante encontrarnos en un estado de madurez capaz de sostenernos. Lo extraño y revelador es que una no llega a una conclusión diferente a lo que ya supo entonces. Tan sólo cambia la forma de ponerle nombre y, generalmente, con la infancia una tiene menos tapujos en decir las cosas como son, aunque se haga sólo hacia dentro. El sentimiento no miente, no se esconde. Son nuestras palabras o acciones las que nos camuflan para integrarnos o adaptarnos si lo creemos oportuno.

Por eso pienso, por ejemplo, en los momentos en los que expreso claramente lo en contra que estoy de determinadas prácticas en la crianza, prácticas que considero perjudiciales para los niños. Como por ejemplo, el método Estivill para educar (adiestrar) a los niños a dormir solos cuando ellos no lo sienten así, ni lo aceptan. O cualquier otro método basado en el conductismo. No creo en el conductismo en ninguna de sus variantes y lo digo con pleno conocimiento. Creo que anula, que esconde los verdaderos deseos o necesidades. Lo detesto. En cambio sí creo que la repetición natural y espontánea de conductas que nos agradan es un buen camino de aprendizaje y ayuda a establecer las propias rutinas.

Y aquí es cuando pienso en cómo un menor que está abriéndose a su propio universo, en sus primeros pasos en el nuevo horizonte que es la adolescencia, buscando preguntas y respuestas, con la capacidad de escoger entre los contenidos libres que flotan a su alcance, puede encajar argumentos tales como que los cuidados recibidos por sus padres reflejan egoísmo, falta de respeto, desatención, abandono… Qué duro… ¿Marcarán estas afirmaciones la percepción de sí mismo y de su realidad, así como consideramos que lo hace el emplear calificativos ante conductas de la infancia? tales como ser “bueno” “malo” “obediente” “inteligente” “torpe” “tímido” “espabilado” “gracioso” “guapo” “feo” y así hasta el infinito…

Aunque supiera lo que hay de fondo en muchas de las cosas que he ido afrontando no sé si hubiera estado preparada, en determinados momentos, para una verdad tan de frente como entender la falta de empatía, de recursos o el abandono emocional por parte de aquellos a quien más se ama… ¿podrías tú?






19 comentarios:

  1. Lo cierto es, que no todas las mujeres afrontan esa caída de "una venda de tamañas dimensiones" (la expresión me ha sobrecogido), que ofrece el puerperio.
    Y lo afirmo con la experiencia de amistades y familiares...
    Yo intento mirar a mi sombra, y me siento afortunada por mi capacidad de abrir los ojos cuando cayó esa venda.
    Pero ambas sabemos que ese proceso puede llegar a ser muy duro.
    Porque tras afrontar con valentía toda esa explosión de recuerdos, de preguntas, de sentimientos, de desamparo, de llantos silenciados... etc. se abre ante nuestros pies un abismo, al que muchas veces, cuesta no caer.

    Pero aquí estamos, no creo que, sin la madurez necesaria hubiésemos mantenido la mirada ante semejante oportunidad como las que nos brindó el puerperio.

    Todo llega, antes o después.

    Y aún quedará camino, seguro, y disfrutaremos a cada paso de la sensación de liberación que proporciona recorrerlo fortalecidas por la experiencia.

    Un abrazo y un beso...

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    1. Cristina, qué profundo mensaje, muchas gracias... Comparto tu sentir y manera de expresarlo. Es cierto que no todas las mujeres contemplan ese abismo ni se asoman a él, para mí ha sido maravilloso a pesar de las lágrimas, los silencios... Es como un reencuentro con la niña que eras. Encuentro que es una experiencia valiosísima de amor hacia nosotras mismas.

      Gracias por ese abrazo y ese beso, lo devuelvo con fuerza y cariño para seguir en el camino. Gracias.

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  2. Aunque un tonto consuelo, me resulta alentador leer tus palabras. Mi madre me dijo una vez que algo había cambiado en nuestra relación desde que me convertí en madre y tenía razón. Sé que lo hizo lo mejor que supo pero también sé que no es lo que quiero para mi hija y que no sé si seré capaz de hacerlo de forma distinta por la mochila que cargo...
    Darnos cuenta ya es un paso.
    Un besote enorme guapa

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    1. Es un sentir muy especial y es difícil no caer en culpabilizar, tratar de encajar las cosas con perspectiva... También la maternidad nos acerca de nuevo a la esencia materna, al sabernos acogidas por su vientre, bañadas en sus entrañas, es algo mágico que también desprende el saber lo que es convertirte en madre y, para mí, igualmente admirable. No es fácil, desde luego, porque cada acción es percibida con diferentes matices según quien la viva y la recuerde.
      Es importante tratar de sanar, tener la voluntad de ello al menos. Entonces sí resulta liberador.
      Millones de besos, preciosa!

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  3. Es durísimo sentar en la silla de enfrente a tus seres queridos y hacerles preguntas, incluso con la silla vacía. Comprender sus motivos no cambia los hechos, y afrontar los hechos, aprehenderlos, por duro que sea nos recoloca, necesitamos conocernos mejor.
    Seguro que podrás, con cariño y también con rabia, sanando y reconciliando.
    Un gran abrazo Colo, aquí estoy para lo que necesites

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    1. Gracias, mamá corchea... en realidad es un camino que emprendí hace tiempo, que creí haber encajado, comprendido y perdonado, pero la maternidad levanta las alfombras... He de aclarar que no se trata de ningún acto abusivo y especialmente duro, pero es difícil no encontrar ninguna brecha y eso me hace pensar que tal vez en un futuro la Cereza pueda encontrarse así al mirar atrás, aunque sea por otros motivos que se nos escapen a nosotras... resulta desolador siquiera pensarlo aunque siempre gane en la balanza el aprecio y amor hacia los padres.

      A veces se piensa una en coger la silla y hablar... pero finalmente pienso que los hijos acabamos protegiendo a nuestros padres con detalles como hablar con la silla vacía.
      Un gran abrazo y gracias por tu amor

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  4. No todo e mundo tiene el valor se cuestionarse según qué cosas, es difícil enfrentarse a esos sentimientos dolorosos que supone ver que nos hicieron daño quienes más queríamos. Por supuesto, tampoco en todo momento estamos preparados para darnos de cara contra esa verdad, pero creo que es necesario, para avanzar y conocernos, indagar y dejar salir.

    Un besazo

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    1. Yo también creo que es necesario, es un pasaje que aunque se muestre oscuro y denso, merece la pena atravesar sin prisas, consciente de lo que está sucediendo. Creo que si no nos detenemos y dejamos que nos envuelva no somos capaces de abandonarlo dando las gracias por lo aportado también. Lo del momento me lo cuestiono cada vez más, me preocupa en cierto modo, porque a edades en las que estamos en búsqueda de identidad creo que puede afectar el toparse con ciertas opiniones, por muy ciertas que nos parezcan. Pienso en mi alrededor, en gente que conozco, y no sé cómo se sentirían esos padres y, especialmente, sus hijos leyendo o escuchando lo que pienso. Si condicionaría su propia visión de los hechos, si culpabilizaría desde ya...
      Gracias, Carol, eres un cielo

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  5. "Aunque supiera lo que hay de fondo en muchas de las cosas que he ido afrontando no sé si hubiera estado preparada, en determinados momentos, para una verdad tan de frente como entender la falta de empatía, de recursos o el abandono emocional por parte de aquellos a quien más se ama… ¿podrías tú?"

    Creo que hasta cierta edad no somos capaces de gestionar según que cosas, las apartamos o intentamos disfrazarlas para que duelan menos. En mi caso, siempre he tenido la suerte (o la desgracia) de no poder engañarme a mí misma, no me sé mentir, no sé esconder que algo me ha dañado o me duele y quizá yo he tenido que enfrentarme a situaciones antes de tiempo, cuando no era el momento, cuando todavía no tenía las fuerzas o la experiencia necesaria...

    Creo que es un recurso de supervivencia que te ayuda a desenmascarar las cosas cuando es oportuno y estás preparado. El problema es que a veces el miedo, o la costumbre de autoengañarnos para creer que las cosas no son como son, pueden dilatarse demasiado en el tiempo. Hay quien sigue su vida y no ha reparado en ello y a otro les puede pillar por sorpresa en momentos en los que estás a flor de piel (como en el caso de ser madre o cuando te fallan las fuerzas y ya no puedes más, estás hundida y no sabes ni porqué...)

    Yo desde hace muchos años intento llevar las emociones y los pensamientos al día, no dejarlos para más tarde, pues luego se emborronan y son más difíciles de catalogar. Es más fácil si todavía sientes la impronta que dejan al momento, si es enfado, si es tristeza, si es decepción, si es soledad... y la parte más difícil, qué hacer con ello.

    Ser fiel a uno mismo y trabajar en tus emociones, puede agotar y mover los miedos más ocultos y las heridas más profundas, pero tiene recompensa.

    Un beso Colo

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    1. Gracias por tu reflexión y por compartir tu sentir, Mamá Colibrí. Creo que tenemos algunas cosas en común :)
      Por eso me refiero a que en realidad lo que ocurre sí se sabe, aunque seamos niños, pero de pronto llega un momento en que esas vivencias que creías encajadas, perdonadas y asumidas, retornan con gran fuerza y debes mirarlas de nuevo a la cara, con toda su magnitud y la tuya. La maternidad te las pone delante sin envolverlas, a muchas mujeres nos ha ocurrido, y en realidad es maravilloso que ocurra porque significa que todo debe encontrar el lugar que le corresponde para sanar verdaderamente las heridas o al menos tomar conciencia de ellas, mimarlas, abrazar a la niña que continúa con nosotras y sabe lo que ocurrió.

      Y no hablo de abusos y violencia, ni mucho menos, pero sí de otras muchas sensaciones que se tienen y a veces nosotras mismos hemos sido quienes las hemos provocado en otras personas.

      Es un camino que te ayuda a ser aún más fiel a ti misma, al menos yo lo sentí y siento así, y tengo la sensación de estar cerrando este ciclo, abandonando el puerperio, quizá por eso necesito acabar de colocarme.

      Gracias, bonita, muchos besos

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  6. Cuando nos damos cuenta de que el amor no es suficiente nos entra el vértigo. Todos cometemos errores aún teniendo la mejor de las voluntades e información.
    Algunas heridas no cierran nunca y otras nos terminan haciendo más fuertes.
    un fuerte abrazo!

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    1. Cierto, María, tu comentario es un bálsamo por su franqueza. Así es, la mayoría de las veces no hay intención detrás, desde luego nunca con ánimo de herir, pero ocurre. Todo esto también es aplicable a nosotros como padres, por supuesto... es un camino delicado y finalmente una elección de sanarnos. Gracias por tu sentir. Mil besos

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  7. Colo, complejo tema este y muy delicado. Yo quiero pensar que cuando la vida nos enfrenta a algo es porque podemos soportalo e incluso sacaremos provecho de ello.. provecho en el sentido de crecer como personas. Una vez más me dejas pensando. Besos mil!

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    1. Claro, Carol (qué guay, sólo con cambiar la "l" :)) nos vamos enfrentando a situaciones cuando nos sentimos capaces de encajarlas y aceptarlas y siempre, siempre, nos hacen crecer, incluso cuando en ese instante no sepamos apreciarlo, pero antes podemos estar arrastrando una sensación algo desapacible en nuestro interior. Qué bien hacernos pensar! Para mí este tema da para mucho, puesto que nosotras, como madres, amigas, compañeras, etc. no estamos exentas de nada, nadie es perfecto, y tal vez nos cuidemos de no repetir ciertos errores mientras otros se cuelan.
      Por otro lado, me preocupa cada vez más responsabilizarme de mis opiniones. Gracias por escuchar siempre. Millones de besos

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  8. Colo, no sabes cómo te entiendo... Estoy pasando por esto mismo que cuentas desde hace tiempo... Mi situación es otra, pero cuando hay heridas que no han cicatrizado demasiado bien, basta cualquier movimiento en falso para hacerlas sangrar de nuevo. Aún así estoy convencida que cada obstáculo que encontramos en el camino, por muy difícil que parezca, nos hará conocernos y crecer aún un poquito más. Y qué razón tienes cuando dices lo duro que es ponerse a reflexionar sobre sí mismos...

    Un besazo enorme guapa!

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    1. Sarai, te mando un abrazo de esos bien bonitos, siempre que pienso en ti te veo como una mujer fuerte y brillante, con estrella y es cierto que cada cual lleva por dentro sus propias heridas, más grandes o pequeñas, cicatrices o sangrantes y ahí quedan. Aunque se perdone y sane, podemos transformarlas pero no borrarlas. Millones y millones de besos para que, cuando vuelvas la vista atrás, te sientas acompañada.

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  9. A veces falta de empatía, a veces ignorancia, a veces no disponibilidad de tiempo, de dinero, de egoismo, en fin, las opciones pueden ser varias pero lo más impotante a tener en cuenta y sobre todo valorar que nos han dado todo el AMOR que han sabido darnos! Y eso justifica lo demás! Cada persona es un mundo y por tanto mamás no hay ninguna igual, segun nuestro conocimiento, nuestra inteligencia emocional, nuestra empatía, nuestra capacidad de amar y nuestro orden de prioridades daremos a nuestros hijos una educación totalmente diferente pero lo mejor que podamos o sepamos!! No existe la perfección, por eso espero que nos perdonen nuestros hijos por nuestros errores como nosotros perdonamos a nuestros padres, porque no se cometen adrede!!

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    1. Hola Alicia, por supuesto, nadie cuestiona que no haya amor, me cuesta creer que se produzcan situaciones de verdadero rechazo tanto por parte de los padres a los hijos como de los hijos a los padres. Pero el amor no siempre lo cura todo, precisamente por eso, por no estar ausente en las acciones, sino que son provocadas por otros sentimientos o circunstancias. Cuando hablo de encajar y aceptar con perspectiva es porque entiendo las debilidades y soy consciente de que nadie es perfecto, aun con la mejor intención, aun con todo el amor. Y nosotras, tampoco podemos escapar a ello. No sólo como madres sino también con el alcance de lo que proyectamos en los demás, con nuestros actos y opiniones. No hablo de culpabilizar sin perdón a aquellas personas que nos hicieron sentir dolor, sino de sanar la herida que provocaron, transformarla y continuar. Sin perder amor, sin perder respeto.
      Gracias por dar tu opinión. Un abrazo

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  10. A mí también se me cayó esa venda y me vinieron a visitar viejos fantasmas, pero decidí ignorar el espejismo y sentarme frente a frente ante la imagen que lo originaba. Y escuché y comprendí y cuando en sus ojos vi el mismo amor infinito que ahora embarga los míos, perdoné y olvidé. Bien es cierto, que cono en tu caso, no eran temas graves, aunque no por ello menos importantes. Así que mi respuesta es que sí se puede. Aunque no seamos perfectos como padres y podamos cometer errores si los reconocemos y si nuestros hijos sienten sobre todas las cosas, que nos mueve el amor infinito por ellos, creo que podrán perdonarnos, aunque para entendernos tengan que convertirse ellos mismos en padres.

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