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viernes, 21 de febrero de 2014

Hablemos de sexo

Hace poco en el cumpleaños de una amiga se organizó un “tupper sex”, imagino que ya sabréis de qué se trata: una comercial de artículos eróticos se desplaza hasta la casa de alguna interesada y allí tiene lugar este encuentro en el cual la comercial expone los productos disponibles, se habla de sexo, se prueba algún artículo, se ríe un rato y luego una acaba comprando algo te interese o no, entre otras cosas porque es obligatorio (sí, sí, como lo leéis).

No era la primera vez que iba a uno, hace ya unos 7 años nos reunimos otras amigas expresamente con este fin y me resultó curioso y divertido. Esta última vez formaba parte del cumpleaños y, la verdad, estaba más por echarme unas risas que por conocer ese mundo. Lo que sí deseo destacar es que me pareció radicalmente distinto, no sólo porque lo guiara otra mujer (aunque del mismo negocio, que esto por mucho nombre que tenga Ibiza no deja de ser un pueblito) y eso debe influir, sino porque yo soy radicalmente distinta, tomo conciencia de estar en otra etapa absolutamente.

Me pareció una cortina de humo, desde el minuto uno hasta el final, una manera enrevesada de camuflar los patrones machistas y patriarcales de nuestra sociedad bajo un manto de liberación femenina. Había momentos en que deseaba saltar del sofá y aclarar algunos puntos que encontraba hasta dañinos. No dije nada porque tal vez hubiera estado fuera de lugar y porque sé que no dejan de ser mis sensaciones y percepciones y no necesariamente lo ideal o único, aunque discretamente iba haciendo mis aportaciones. Me impactó que se continúe alentando comportamientos egoístas, resaltando estereotipos y reduciendo el rol femenino al objeto de deseo. Sólo coincidimos en una cosa: que el cuerpo propio es para disfrutarlo.

Vayamos por partes.

La reunión se abre presentando los primeros artículos, los más suaves por decirlo de algún modo, se trata de una gran variedad de productos pensados para aplicar sobre el cuerpo. La primera premisa que se lanza es la importancia de la higiene, en general diría yo y en particular para practicar sexo, hasta ahí todas amigas, para lo cual muestran “un fantástico” gel de ducha comestible con aroma (y sabor, obviamente) de mil tipos. Seguido de cremas corporales y aceites de masaje, hipoalergénicos (menos mal) también con una extensa gama de sabores y aromas. Todo esto lo encuentro muy bien si forma parte de una misma, es decir, si determinado olor nos gusta para nosotras, nos hace sentir en sintonía o nos identificamos con él. Pero el asunto no se plantea de este modo, ni en la reunión ni en la sociedad, lo vemos a diario en los medios de comunicación. El mensaje que se transmite es que debemos mostrarnos de determinada manera para ser deseadas, hay que seguir determinadas pautas para gustar, para excitar, para ser una bomba sexual. Si usas ese perfume triunfarás, si tu cuerpo brilla con partículas de miel los hombres no podrán resistirse, si te coño sabe a frutas exóticas quién no deseará comérselo… ¿Perdona? ¿Estamos locas?

Que se plantee como un juego sexual, en el que los implicados estén receptivos a experimentar con los sabores y estímulos, está bien. Pero que esto resulte más atractivo y agradable, eso sí que no, al menos para mí. Considero que el sexo resulta excitante precisamente porque las hormonas y los fluidos corporales realizan su función, nos excitamos al embriagarnos del otrx, seamos conscientes de ello o no, al entrar en contacto con su característico olor, el sabor y la textura de sus secreciones, su respiración, su sudor, todo forma parte de un cóctel erótico mucho más potente que toda esa poción infalible. Estamos de acuerdo en la importancia de la higiene, pero el resto es floritura, adornos, juegos, nada más y absolutamente prescindible. Por favor, ya está bien de vendernos la idea de que nuestros olores son desagradables, desde las compresas y salvaslip que transforman nuestra menstruación en olor a nubes hasta los geles y cremas que harán que no tengamos que preocuparnos más porque nuestra vagina se excite, lubrique y aumente con ello su característico olor…

Igual para los hombres, si se presenta el producto como parte del juego erótico donde experimentar con el sabor y la lubricación, está bien, pero si se plantea como una posible solución para practicar el sexo oral ya no me parece tan bien. El sexo, sea oral o sea como sea, debe resultar agradable siempre, con gel, sin gel, con sabor a mango o sin él. El resto es cuestión de juegos y preferencias. Yo sin duda, prefiero mil veces el olor y el sabor del otrx, acabo empalagada con estas cosas y fijo que un bote de 100ml acaba caducándome. Si siguiera todas las pautas acabaría desorientada, no sabría si estoy con mi pareja o con el muñeco tarta de fresa de mi hija… debo ser muy básica.

En la misma línea de los geles, cremas y lubricantes existe otro millón de variantes, tampoco me voy entretener en describirlo todo, sin embargo llamó especialmente mi atención una loción de feromonas, que se aplica en este caso con roll-on, perfumada por supuesto. Resulta que con esta fórmula una se aplica dicho producto y de pronto su sex-appeal se dispara. Si deseas sobreexcitar a tu pareja sexual o simplemente quieres que alguien sucumba a tus encantos, sólo debes tirar de tu roll-on tamaño bolso. No entiendo nada, perdónenme.

¿Pero no se supone que nuestro propio organismo ya regula esta función al generarlas y detectarlas en el otrx? Por cierto, uno de los puntos clave es precisamente el vello púbico… pero claro, si primero debemos rasurarlo cuanto más mejor para que nos sintamos bellas y resulte atractivo y después perfumarlo no sea que huela a algo parecido a nosotras y desconcierte a los hombres, lo que nos queda es lubricarnos el pubis, las ingles y los labios externos con un buen roll-on de feromonas y aquí no ha pasado nada… debo ser un poco lerda porque me da hasta la risa.

Otro aspecto que creo importante destacar es cómo se trata el comportamiento sexual masculino en estas reuniones, generalmente sólo de mujeres. Quedé indignada al confirmar que continúan alimentándose estereotipos como que los hombres son tan simples que no hace falta más que mostrarles una teta para que se vengan arriba, que su orgasmo es fácil y rápido, que poco más que son unos lelos a los que con media insinuación los llevas donde quieres y los manejas como muñecos, domesticándolos sexualmente, porque tienen mucho que aprender todavía. Uff… 

Está claro que funcionamos de manera distinta, que no necesariamente nos excitamos con los mismos estímulos ni al mismo ritmo, pero generalizar de este modo me parece tremendo. Creo que se juega a la ligera con este aspecto de la excitación y el placer masculino y que es un arma de doble filo tanto para ellos como para nosotras. Ellos creen que deben cumplir con ciertas expectativas y nosotras confiamos en que ellos, todos y siempre, seguirán un mismo patrón. Pero cada cual es un mundo y cada encuentro también y muchas de estas creencias enraizadas son dañinas para ambos y pueden acabar desbordando más de una aventura o una relación entera. Por eso me parece tremendo tratar un tema como la erección o la eyaculación en el momento "oportuno" como si fuera algo que nosotras debamos marcar y controlar. Vendiéndonos incluso la idea de aplicar gel retardante en el glande de nuestros compañeros sin comentarlo… esto lo encuentro absolutamente fuera de lugar, si jugamos, jugamos los dos, pero manipular la situación sin hacerle partícipe me parece horrible y desconsiderado.

Pasamos a la segunda parte, en la que se presentan los juguetes femeninos, todo tipo de vibradores, animalitos y fantasías para nuestro disfrute, con o sin compañía. Aquí nada que comentar en especial, todas tenemos claro para lo que son y sobre tamaños, formar, funciones y colores cada cual.

Se presentaron algunos juguetes para la estimulación de ambos durante la penetración, curiosos y novedosos. Pero me sorprendió que ni siquiera se mencionara, no digamos traer una muestra, la posibilidad del juego entre dos mujeres o entre dos hombres (aunque no había ninguno presente y aún sería más rara la alusión), así que tan liberadas no debemos estar, ni siquiera de ideas.

También se presentaron dos artículos no enfocados al juego sexual pero sí relacionados con la sexualidad femenina: las bolas chinas y la copa menstrual. Me pareció curioso que se estuviera introduciendo la copa menstrual en este sector, pero bien en cualquier caso.

En resumen, creo que este tipo de reuniones son potencialmente un punto de encuentro ideal para desinhibirse, si se está en confianza, donde se debería transmitir la maravilla de gozarnos a nosotras mismas, con o sin compañía. Invitar a la mujer a conocer su cuerpo, explorarlo, mirarlo de cerca, probarlo. Transmitir confianza en todo lo que somos, desprendemos y representamos, al margen de lo que se espera. Liberarnos de verdad. Empoderar a la mujer, puesto que son reuniones de mujeres pensadas por y para mujeres.

El que sigan vendiéndose toda esta serie de estereotipos para gustar al macho camuflados en “cuidarse una misma” a mí me genera inquietud. El que siga alimentándose la idea de mujer que sacia al hombre con su cuerpo y hombre que sacia a la mujer con una buena erección y una eyaculación tardía, a mí me genera inquietud. El que la mayor parte de los juguetes sexuales se presente como sustitución del miembro masculino, a mí me genera inquietud. Y el que se siga manipulando con todo esto, ofreciendo una información maquillada a beneficio para lucrarse económicamente, a mí desde luego, me genera muchísima inquietud.

Dicho todo esto, a gozar libres.




domingo, 28 de julio de 2013

La herida corporal

Querida hija:

Desearía que ahora que el sol luce con fuerza y el buen tiempo invita a desnudarnos, tus oídos quedaran cubiertos a menudo. Que pudieras sumergirte en un mundo paralelo donde los comentarios oprimidos no te alcanzaran, de manera que quedases para siempre libre y repleta de tu esencia femenina salvaje.

Desearía que no te empapases tan temprano de los cánones de belleza que se van imponiendo, que desconocieras la relación perversa que creamos entre la comida, el sacrificio, la culpabilidad, la belleza y el cuerpo de mujer. Relación que se cuela entre comentarios en la vida cotidiana y ya vas permeando. 

Desearía que no interiorizaras que esto es así, que entendieras que no es normal, por muy extendido que esté, que las mujeres deban sacrificarse simplemente por gustar y que, generalmente, se esconde una gran falta de amor bajo esas conductas, y no sólo de amor propio, sino de amor de verdad, recibido y entregado.  Un vacío que no es fácil de aceptar y, por tanto, sanarlo.

Procuro esquivar, sobre todo en tu presencia, las bromas y comentarios hacia el cuerpo, especialmente hacia el femenino por ser más común que este tipo de ataques recaiga en nosotras. Pero no puedo evitar que esos comentarios ocurran a nuestro alrededor, cuando a menudo escuchas como mujeres de cualquier edad se justifican antes de tomar algo o se privan de ello con pesar. Y al contrario, cuando se sienten orgullosas de sus logros, a pesar de lo dejado en el camino. O peor, cuando se les dice, generalmente otra mujer cercana a ellas, que no lo hagan porque se van a poner como una foca… Estos comentarios son comunes incluso hacia las niñas…  somos capaces de transmitirles tantas miserias que no debería sorprenderme por algo tan extendido… o tal vez, esté en nuestra mano sembrar la semilla del cambio.

La tristeza reside en que este culto a la “belleza” no se expande por salud, lo que nos inculcan es vanidad, por destacar y agradar, por no ser marginada de algún modo… la bandera sumisa que hemos aceptado y lucimos orgullosas… tratando de alcanzar las metas que sin sentido nos fijan, que no hacen más que alienarnos y disfrazarnos de quiénes no somos. Restándonos fuerza, doblegándonos, rompiendo el círculo y entregándonos de nuevo a la estructura vertical, compitiendo sin desear hacerlo, peleando con nosotras mismas… desamándonos, desenraizándonos, descreyendo y desnaturalizándonos.

Y yo, desearía que nadie, aun sin maldad, bromease con tu aspecto o tus antojos. Que el desear tomar algún capricho, que son los que se toman por gusto y no por necesidad, no fuese sinónimo de ganar peso y esto a su vez de fealdad. Que supieras que los estereotipos, las modas y los tópicos tienen la importancia que desees darle, porque nadie habla sin tapujos de lo que se arriesga y sólo se muestra la cara iluminada de la luna.

Que dejásemos de cortar nuestras hermosas alas y nuestra hermosa mente.

Que creásemos lazos sanos entre nosotras mismas y el entorno, que no nos volcásemos hacia fuera esperando encontrar lo no recibido dentro.

Que te sepas lo suficientemente querida y respetada para no enredarte en las trampas, que vivieras tu sexualidad sin cadenas. Que te (ad)mires con seguridad y confianza, también desde tus sombras… porque a partir de ahí todo lo demás: el respeto, la aceptación, el abrazar la diversidad y el Amor en mayúsculas, llega sólo. 




jueves, 23 de agosto de 2012

Escuchando al cuerpo

Cuando hablamos de escuchar al cuerpo, regresar a los orígenes, reencontrarnos con nuestros ritmos, puede ocurrir que contemos con que esto es relativamente fácil y posible. En mi opinión, resulta un planteamiento sencillo que encierra una práctica muy complicada.

Vivo impregnada de experiencias, opiniones, conductas y expectativas (propias o ajenas) que me han ido condicionando y amoldando desde los primeros instantes. Pienso que hasta la persona más consciente y reconciliada no podrá evitar transmitir ciertos matices, hábitos o actitudes con sus actos y pensamientos y éstos, a su vez, acabarán influyendo o definiendo conductas en otras personas, mientras probablemente, ellos mismos, se impregnen también de lo que estas u otras personas, destilen.

Ocurre con frecuencia que muchas de estas actitudes suponen desoír nuestros ritmos, alejándonos de ellos, disfrazándolos. No se trata de depositar esta responsabilidad en nuestras figuras de referencia, especialmente en el seno familiar, puesto que la influencia social y cultural queda latente allá donde vayas, dejando a su vez una gran huella.

Por la dificultad que para mí entraña el tratar de desprenderme de cada una de estas capas adquiridas o creadas, no puedo evitar recibir ciertos comentarios con el ceño fruncido y una sonrisa muda al apelar a escuchar a nuestro cuerpo cuando nos llama al descanso, a la comida, al calor, el contacto o la soledad... no es tan sencillo! No sólo el abandonarte a la llamada sino el reconocerla como tal, sin camuflarla, aun disponiendo de todo el tiempo del mundo para ello.

Tan sólo por citar algunos aspectos del plano físico: ¿Como realmente cuándo, cuánto y lo que necesito física y emocionalmente? ¿Duermo o reposo acaso según mis propias demandas?. Honestamente, no. Y no sólo por falta de compatibilidad de horarios, sino porque he despistado mis propias referencias,  únicas, por absurdo que pueda parecer.

En ocasiones, escuchar al cuerpo supone realizar un viaje al interior de una misma que puede remover grandes pilares, muchos de ellos haciendo estallar sensaciones y vivencias que pueden erosionarnos. Con voluntad y consciencia, podremos tal vez ir creando nuestros propios patrones libres, si es que acaso nuestras conductas se repitieran para considerarlas patrones, y poco a poco ir reorientándonos.

A veces no sé por dónde partir.
A veces no sé definir lo que siento.

¿Somos realmente libres aun creyéndonos libres?